La educación en la actualidad constituye todo un desafío para el docente debido a que necesita actualizarse constantemente. Adicional a ello, la planificación curricular que elabore deben estar enmarcadas en un contexto que considere una serie de aspectos sin descuidar el elemento de la innovación.
Si bien innovar es un tema recurrente en capacitaciones y en planes de estudio, la práctica pedagógica actual requiere de procedimientos que dejen de lado la teoría y se apliquen en el aula de clases.
Independientemente de la asignatura o temática tratada, el profesor debe elaborar estrategias que generen un aprendizaje significativo en el alumnado y plasmarlas por escrito en las planificaciones curriculares. Uno de los aspectos que pesa en este contexto es la inclusión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, cuya incorporación ha de ser pertinente a la realidad y cotidianeidad de los y las estudiantes.
Además, la planificación debe incluir una programación flexible, contextual y abierta, centrada en la realidad social y cultural de los estudiantes, con el fin de favorecer al aprendizaje significativo a partir de las experiencias.
Actualmente resulta imprescindible un cambio de actitud por parte de los docentes, puesto que el ámbito educativo ha variado de forma considerable y requiere profesores preparados en la aplicación de estrategias innovadoras que enriquezcan la planificación curricular. El término innovación es común en el discurso educativo, ya sea en política educativa, práctica profesional o formación de formadores y gestión institucional, entre otros.
Si se acude a la definición del término nuevo, se hablaría de algo que no había sido hecho o fabricado, en este sentido las innovaciones serían en realidad escasas o raras, sin embargo, si se amplía su definición hacia la renovación, se daría paso a la mejora de las prácticas tradicionales y/o ya existentes.
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